Hoy en día está en boca de todos la palabra original, pero ¿se trata de una moda o realmente aporta algún valor adicional a nuestro evento además de la originalidad en si misma?

Por un lado tenemos la organización de eventos más tradicional, en la que la misión de la agencia de eventos es puramente de intermediario y por supuesto coordinar a los diferentes proveedores para orquestar un evento perfecto.

En este caso dependerá del dinero invertido en espacios, mobiliario, catering, cartelería, material  audiovisual, el mayor o menor impacto del evento. Podríamos decir que la exclusividad del evento es directamente proporcional al dinero gastado en el mismo.

Por otro lado tenemos una concepción mucho más moderna del mundo de los eventos, una concepción en la que se introduce la originalidad, porque está demostrado que lo nuevo, lo diferente, tiene mucho más impacto sobre el receptor. Se trata de buscar algo diferente, algo novedoso y no tiene por qué suponer grandes cantidades de dinero. Se trata de aplicar las ideas correctas en los momentos adecuados.

Esto nos podría hacer caer en el error de generar eventos originales a toda costa, y la originalidad no es un fin en sí mismo, ya que debe estar al servicio de la empresa, de su filosofía y sobre todo del mensaje que quiere transmitir en su evento.

Por todo lo expuesto, concluimos que hay que buscar la organización de eventos originales pero cuya originalidad esté al servicio de la empresa, en la búsqueda de ese equilibrio entre originalidad y funcionalidad está el quid de la cuestión.

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